Cinco punto se ha llevado España y muchos reclamaron en Twitter que querían devolverlos y quedarse con cero puntos. Habría sido una marca más llamativa, desde luego.
El cantante español acudió a Kiev con polémica. La palabra "polémica" es más suave, al fin y al cabo, que corrupción. Para quien no conozca la historia, resumir diciendo que para elegir a quién representaría a nuestro país se realizó una gala con votación popular y del jurado. La ganadora de la votación popular consiguió el doble de votos que Manel, quien quedó en tercer lugar. Fue el voto del jurado, con intereses musicales y económicos, quien dio por ganador al catalán.
Después de la inexperiencia en este tipo de eventos que dio como resultado la actuación de Chikilicuatre, tiene sentido que haya un jurado profesional con voto. Pero en este caso, la ganadora no era un Chikilicuatre y el voto popular pesó demasiado poco en la decisión final. Lo que me hace preguntarme si fuimos a Eurovision con un perdedor por los intereses personales de algunos. ¿Hicimos el ridículo, una vez más, por corruptos?
Eurovision es un espejo de lo que sucede en nuestra sociedad. Cuántas veces matamos talento por intereses que no nos ayudan a avanzar. En cuántas ocasiones las empresas aplauden intereses personales antes que los de la empresa. Y no hablemos ya de partidos políticos que se olvidan del país al que deberían prestar servicio.
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No sé si otro representante hubiera conseguido más de cinco votos en Eurovision. Nadie podrá saberlo nunca. Pero sí sé que el camino es más importante que la meta. Sin embargo, hay quien se empeña en seguir tomando atajos sin salida.
Choca, además, que haya sucedido esto en un año en que ha triunfado especialmente el talento musical.
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