Dejaremos que un artículo de Carla Hermann publicado en la revista digital La Tercera en julio de 2019 lleve el trabajo principal de esta introducción: «La Mecánica Cuántica tiene una naturaleza determinista (evolución) y probabilista (medición), y esto es complejo de entender. Tanto es así que grandes científicos de la historia, incluido el mismo Einstein, quien irónicamente fue uno de los padres de esta, se oponían a sus extravagantes consecuencias. Famosa es su frase: «Dios no juega a los dados». Entre muchas otras rarezas, la Mecánica Cuántica también postula que hay un límite en la precisión con la que podemos caracterizar ciertos parámetros (observar la realidad). Esto se conoce como el principio de incertidumbre y básicamente se resume en decir que no podemos tener una certeza absoluta de casi nada. Irónico ¿no?
Ahora bien, por muy contraintuitiva que sea la Mecánica Cuántica, su formulación abrió caminos para múltiples avances tecnológicos como son los transistores, con los que comenzó la revolución digital. Nos ha permitido mejorar la precisión de nuestros relojes haciendo posibles los sistemas de geolocalización (GPS), y es parte del fundamento de la operación de los láseres. Hoy estamos en medio de una segunda revolución cuántica que tiene como objetivo el poder controlar a voluntad las propiedades cuánticas de los sistemas para mejorar a niveles inimaginables las tecnologías actuales.
Se miró las yemas de los dedos, las huellas dactilares.
Con el dedo gordo de la mano derecha se acarició los
dedos de la mano izquierda, la palma de la mano, la
muñeca, el antebrazo, el codo. Hizo el mismo recorrido a la
inversa. ¿Cuánto tiempo puede pasar una persona sin contacto
con otro humano? Volvió a realizar el mismo recorrido,
esta vez con las uñas en vez de con las yemas. La sensación
era distinta. Se le erizaba la piel. Levantó el brazo por encima
de su cabeza e intentó observarlo, pero la oscuridad de la estancia
apenas le permitía saber dónde estaba. Veía sombras,
reflejos. Tal vez ni siquiera veía su brazo, tal vez era solo su
imaginación que conocía a la perfección cada detalle de su
cuerpo. Más desde que el confinamiento había empezado a
resultar pesado. Nunca había sentido tanta necesidad de recorrer
su cuerpo con las yemas de sus dedos, con sus manos.
A veces se descubría a sí misma en una especie de abrazo que
no cubría su necesidad de contacto. Pasaba su brazo derecho
por su barriga y se llevaba la mano a la espalda. Se engañaba
a sí misma con ese contacto humano, que no era más que el
propio, apenas sensible, apenas tranquilizador.
Lo que más me engancha en un libro es que me meta en la piel del protagonista. Yo siento que han traspasado mi piel cuando estoy en el trabajo y me acuerdo del punto exacto en el que dejé el libro y estoy deseando volver a meterme en él, o cuando estoy leyendo y de pronto me río, me sobresalto o me pongo triste con el protagonista.
En este listado hay personajes variopintos de géneros que no tienen nada que ver y que me han atrapado de formas distintas. Por cómo viven lo que les sucede, el intenso realismo de la
novela, sus sinceras emociones, la profunda empatía que despiertan o incluso a pesar del desprecio que hacen sentir. Sea como sea, todos ellos te hacen viajar aun más lejos con la
novela.
Es cierto que hay más personajes que me han cautivado de la misma forma y no los he incluido porque no quería repetirme con algunos que ya he destacado en artículos ya publicados (7 libros que no puedes dejar de leer) o que tengo preparados para publicar en próximas semanas. Por ejemplo, Anna Karenina de Leon Tolstoi merecería un lugar privilegiado en esta lista.
Hay pocas formaciones, charlas, libros, personas o momentos que cambien de la noche a la mañana tu forma de trabajar. En muchas ocasiones dejan un poso que va calando y con el tiempo compruebas que has ido cambiando tu comportamiento. Pero incluso aquellas charlas inspiradoras que pretenden hacerte despertar, no suelen tener duración a lo largo del tiempo.
Y también hay excepciones. De los últimos que he leído, recuerdo tres que tuvieron un impacto directo e inmediato en mi forma de tomar decisiones, gestionar conflictos y encontrar mi sitio como mujer en el mundo laboral.
Hace algunos años, casi por casualidad, visité una ciudad en la que se ambientaba una novela que me había enganchado. Disfruté del viaje y de revivir esa historia que me había atrapado, haciendo que mi destino de vacaciones fuera incluso más divertido.
Desde entonces intento hacer lo mismo cada vez que organizo un viaje. Porque en las novelas encuentro lo que las guías jamás podrán darme: imaginarme cómo se vive, respira y siente la esencia la ciudad que conoceré.
En este listado recomiendo novelas ambientadas en diferentes destinos, por si os animáis a esta afición. Por cierto, ¡solo incluyo novelas que he leído y que me gustaron!
Cuando le cuento a amigos o compañeros de trabajo que he publicado tres novelas no es raro que alguno me confiese que tiene una guardada en el cajón sin terminar o que tiene ideas para una novela que no se anima a escribir. Tal vez, con mi experiencia, pueda aportarles algo.
En lo que no puedo ayudar y no encontrarás aquí son las claves para el próximo best seller. Me temo que no sé cómo se crea y yo solo escribo porque me entretiene.
No hay solo un género en esta recopilación de novelas porque disfruto de casi todos. Lo único que comparten en común es que no podía parar de leerlos y que me llevaron al centro de sus historias.
Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez
Qué
Todos saben que van a asesinar a Santiago Nasar, menos él, por un delito de honor.
Por qué
La trama es lo de menos en esta novela breve. Caminas por las mismas calles que los protagonistas, estás en sus pies, en sus pensamientos. Eres cada uno de ellos.
1ª confesión: en su terreno
Bajó las escaleras de la plaza de Santa María apresurada, con la visión de la catedral de Burgos a su izquierda. Al descender el último peldaño quiso disfrutar de la imponente vista, pero aquel día llovía torrencialmente y casi no podía alzar la mirada hacia el monumento. Era la primera vez que se encontraba frente a ella, pero no podía hacer más que correr hacia el interior y resguardarse del frío, subiendo deprisa los peldaños que llevan a la puerta de Santa María. Antes de acceder, aún a expensas de calarse bajo la lluvia, alzó la mirada. Observó el rosetón y cómo se imponían al visitante las dos largas torres. Rápidamente avanzó unos escasos pasos y se refugió en la catedral. Por fin estaba dentro.
Lucas
Querido hermano:
Las personas atesoramos los recuerdos, los cuidamos, revivimos, cambiamos, ocultamos u olvidamos. Hay quien los escribe en un diario para que no se pierdan y hay quien intenta ahogarlos en la profundidad de la memoria para que no vuelvan. Otros son capaces de transformarlo, recrearlos con los condimentos que les apetezcan en el momento adecuado, disfrazarlos hasta reinventarlos. Otras personas los prostituyen, vendiéndoles al precio que marque el mercado, adornándolos para que ese precio suba, ocultando lo que resulta incómodo.
Los recuerdos forman parte de nuestro pasado y nos convencemos de que nos conforman a día de hoy. Somos como somos por lo que sucedió; en esas historias encontramos la respuesta a lo que hoy hacemos. Nos aferramos a ellos siendo incapaces de dejarlos ir, son inherentes a nuestra persona y personalidad. Incluso cuando los cambiamos, incluso cuando los queremos ocultar, incluso cuando los negamos. Ahí están, en algún recoveco de nuestra mente, para decirnos quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos. "Somos nuestros recuerdos", he llegado a escuchar. Estamos tan hechos de recuerdos como de agua. Y aunque no son tangibles, ahí están, siempre, al acecho. A veces se despiertan cuando duermes, a veces los despiertas intencionadamente.
Yo no me compré mi primer ebook, fue un regalo. Lo primero que pensé fue que no sabía usarlo, que yo era una lectora de las de toda la vida, que no me acostumbraría... Lo típico ante un cambio tan importante para un lector. Porque sí, es un cambio de peso.
Terminé de leer el libro que tenía entre manos en formato papel y, excepto en muy contadas ocasiones, no he vuelto a leer una novela si no es en formato digital. No quiero volver al papel. ¿Por qué? Tengo cinco razones de peso.
Podría contestar con la sinopsis de El guardián de recuerdos y, en ese caso, volvería a sentir que no estoy reflejando todo lo que contiene esta novela. A través de los recuerdos que Lucas ha ido recopilando de las personas más cercanas a él, conocemos poco a poco a diferentes personajes.
Zezé es una famosa artista de cine que con treinta años escasos decide abandonar su exitosa carrera en la que ha ganado dos Óscar y ha devuelto al cine la magia que en los últimos tiempos ha perdido. Casada con un famoso torero español, que a primera vista es todo lo contrario a ella, esconde de él esa parte de su pasado que los medios de comunicación aun no han conseguido desvelar. Y ella misma aun no ha aceptado quién es y quién ha sido.